Obsolescencia programada en PC: qué es y cómo nos afecta.

Obsolescencia programada en PC: qué es y cómo nos afecta.

Hablemos sobre una de las malas prácticas del mercado de consumo

Siempre os traemos siempre noticias y contenidos sobre la tecnología de ayer y hoy para nuestros lectores. Para ellos uno de los temas que más parecen preocuparles es la idea de que la electrónica de consumo tenga fecha de caducidad desde el mismo momento en el que sale de la fábrica. Este fenómeno tiene nombre y apellidos conocidos sobre los que hoy queremos hablar; trataremos la obsolescencia programada: qué es y cómo afecta al PC. Te invitamos a acompañarnos.

La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, y haya que comprar otro nuevo que lo sustituya?.

Su función es generar más ingresos debido a compras más frecuentes para generar relaciones de adicción que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes.

Los diversos tipos de obsolescencia.

Los diversos tipos de obsolescencia.

En un texto centrado en la obsolescencia (la tecnología, para ser concretos) es primordial entender a qué nos referimos al usar este término. Técnicamente, hablamos de obsolescencia cuando estimamos que un producto no puede seguir cumpliendo la función para la que fue creado; es decir, que ya sea por su estado o por sus cualidades, el uso de dicho elemento ya no es óptimo.

Gracias a esta definición, podemos estimar que existen diversas formas de llegar a un estado de obsolescencia; de todas estas formas, las más habituales dentro del mundo de la tecnología son las siguientes:

Prevención de la reparación. Ya sea por diseño u otros factores, el fabricante puede haber creado un dispositivo que, en caso de avería, sea tan difícil (o costoso) de reparar que sea mejor opción adquirir un nuevo modelo.
Durabilidad comprometida. Cuando la propia calidad del producto está comprometida por su construcción; es decir, que se inutilice por su uso natural.
Obsolescencia sistémica. Cuando la imposibilidad de usar un producto llega de forma deliberada a través de dificultar el mismo; así como cuando un producto queda desfasado por otras alternativas (desfase tecnológico).
Percepción de obsolescencia. Sucede cuando el consumidor percibe que el producto que está usando está obsoleto, aunque no necesariamente tiene que ser así. Suele darse en mercados de avances muy rápidos y con muchos lanzamiento, como el de la tecnología.

La historia de una bombilla.

La historia de una bombilla.

Cuando decimos el término “obsolescencia programada” estamos haciendo referencia a la idea de que la vida útil de un producto esta preestablecida por el fabricante; es decir, que el final de la vida de un dispositivo está planteado desde el mismo diseño. Bajo esta idea, se entiende que, a través de la obsolescencia o la inutilidad, los compradores estén obligados a comprar un nuevo producto pasado un tiempo; ya que el objetivo último tras esta práctica no es crear un producto de calidad, sino mantener un ciclo de consumo activo perpetuamente.

Esta idea puede sornar retorcida; pero ha habido numerosos casos de estudio a lo largo de la historia que han apuntado a esta práctica. Uno de los primeros registrados fue el Cártel Phoebus de 1924; en el que numerosas compañías dedicadas a la fabricación y venta de bombillas establecieron una vida útil límite de 1000 horas para todos los productos de este tipo. El cártel duró hasta inicios de la Segunda Guerra Mundial, pero sus efectos han perdurado hasta la actualidad y siguen siendo caso de estudio. La contraposición es más simpática: una bombilla instalada en 1900 en el parque de bomberos de Livermore (California) sigue encendida de forma imperturbable aún hoy; fue fabricada previa al cártel.

En la actualidad existen leyes que regulan estas malas prácticas; mientras que otros elementos, como los derechos del consumidor y las garantías, ayudan a evitar este tipo de situaciones; mientras que sectores como el del automóvil presentan un caso contrario: los automóviles de ahora son más duraderos según varios estudios. Sin embargo, la idea de la obsolescencia programada sigue vigente, especialmente dentro de sectores como la tecnología. ¿Por qué sucede esto?

Creados para durar por siempre.

Creados para durar por siempre.

Si tuviera (como individuo) que dar una explicación a la pregunta planteada al final del anterior párrafo; diría que es porque en el sector de la tecnología hay una fina línea entre la obsolescencia por avances tecnológicos y la necesidad de “ir a la última” dentro de este sector. Pensar que la obsolescencia programada es aún hoy una herramienta más para que un grupo de grandes compañías se aproveche de los usuarios es demasiado maniqueo; pero ignorar el hecho de que industrias completas, como la del Smartphone, arrastran a la obsolescencia productos funcionales a través de modas y lanzamientos aventurados, sería muy ingenuo.

Dentro del sector de la tecnología; no podemos ignorar el hecho de que el valor de los nuevos dispositivos que se lanzan al mercado siempre está centrado en el propio avance tecnológico; en el afán de, o hacer nuevas cosas, o hacer lo de siempre mejor. Pero en esta incansable carrera por el liderazgo y la innovación se ha dejado algo atrás el mantra de “buscar la máxima calidad” a favor de ser el más puntero del mercado; al menos, por el grueso de las compañías. Una tendencia que nos deja a los usuarios en una posición algo comprometida; una posición en la que deben elegir si entrar en la vorágine de los nuevos lanzamientos, o bien quedarse inevitablemente atrás.

¿Dónde entran los ordenadores en todo esto?

¿Dónde entran los ordenadores en todo esto?

Dentro del mercado de la tecnología y el de la electrónica de consumo; el sector de la computación es especialmente sensible, ya que forma parte íntegra de los sistemas que sustentan muchas otras industrias. Nuestros ordenadores y sus componentes son una herramienta más que apoya nuestras actividades; y como todas las herramientas, queremos que funcionen lo mejor posible.

Es difícil que exista algún tipo de obsolescencia programada en una industria en la que hay pocos desarrolladores y fabricantes y muchos agentes activos, porque no existe la necesidad de crear más demanda. El mero desfase tecnológico y el ímpetu de los consumidores de mantenerse relevantes tecnológicamente sirve para alimentar esta demanda de nuevos productos. Sería contraproducente estimularla de forma artificial; pero sí que existe cierto tipo de obsolescencia que podríamos denominar “programada” por el fabricante; ya que ellos controlan cuando se produce la obsolescencia sistémica, la que afecta de forma directa a nuestros ordenadores.

La obsolescencia de nuestros componentes no es funcional…

La obsolescencia de nuestros componentes no es funcional…

Dentro de la ingeniería industrial existe una disciplina centrada en estudiar el ciclo de vida de los productos; su fiabilidad; su correcto desarrollo y su funcionamiento. Dentro de esta disciplina es especialmente interesante la teoría de “la curva de la bañera” (Bathtub Curve); que estima que el ciclo de vida de los productos, o componentes en nuestro caso, tiene menos propensión al fallo una vez superados los primeros meses de funcionamiento. Tiene en cuenta factores como la reparabilidad, o los fallos aleatorios y se utiliza para estimar garantías y otras aplicaciones. En nuestro contexto; podríamos decir que, si un componente no falla en sus primeros meses de uso, es más probable que funcione correctamente hasta el final de su vida.

El mercado de segunda mano en componentes de PC funciona porque la durabilidad de estos componentes es muy alta. Si se usa correctamente, es extraño que una pieza de nuestro equipo deje de funcionar; además, el lanzamiento de nuevas series y generaciones no se corresponde con el fin del ciclo de vida de nuestros componentes; por lo que el relevo es más una opción que una obligación.

… Sino sistémica

Es en este punto en el que entra la sistematización de la obsolescencia de la que hablamos en el título de este párrafo. Dado que la única forma de que cambiemos de componentes de una generación a otra es que las características de esta nueva generación nos atraigan lo suficiente como para dar el paso; suele ser habitual en esta industria blindar estas características de forma artificial.

Pensemos en la asiduidad con la que cambian los sockets de Intel de una generación a otra; en el caso de AMD negando las actualizaciones de BIOS que permiten usar PCI 4.0 en placas anteriores; incluso en la polémica que hubo hace unos años sobre la pérdida de rendimiento de ciertos modelos de GPU tras la actualización de drivers. Dado que el único reclamo para una nueva compra es el avance tecnológico, limitar las nuevas características es una práctica muy extendida con la que tenemos que lidiar.

No todo es malo para los consumidores.

No todo es malo para los consumidores.

La obsolescencia sistémica puede ser un problema dentro de la industria de la computación doméstica; pero no hay que ser innecesariamente alarmistas. Las compañías y fabricantes no diseñan sus productos para fallar; ya que en el mercado actual tendrían que afrontar multas de varios millones y la pérdida de la confianza de sus consumidores, algo muy importante actualmente. Bien es cierto que algunas de las prácticas que llevan a cabo son reprochables, pero es más de una ocasión se han utilizado esas mismas técnicas en su contra; tanto por la competencia de una u otra compañía, como por los propios usuarios. No podemos entender la «obsolescencia programada» como lo hacíamos en el siglo XIX; ahora es una cuestión más cercana al consumo excesivo.

La existencia de plataformas e iniciativas que abogan por la reutilización de nuestros componentes (pensemos en iFixit o en Latte Creative, por ejemplo) y acrecentar su vida útil sirven como bálsamo en una industria que, en ciertas ocasiones, parece olvidarse de las consecuencias del consumo desmedido.

Fecha de Publicación: 2021-08-28

Fuente: profesionalreview.com:Manuel Buzón

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